Claudia.

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Un momento para claudia: cada despertar, cada amanecer en que sueña con los ojos abiertos que le pasará algo inesperado.
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Claudia.

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Normal. Es la palabra perfecta para describir a Claudia.
Ordinaria, común, usual, corriente, frecuente, habitual, también se podrían utilizar.
Duele. Ser la de siempre, siempre, duele.
Claudia se ha dado cuenta, pues vive ese papel en primera persona. Todo el mundo tiene cierto rasgo que lo caracteriza, y eso para Claudia es incomprensible. Por alguna razón en su genética no hay ninguna cualidad especial, nada extravagante, ningun punto con las cantidades mal calculadas del que enorgullecerse. Siempre ha sido así y nunca ha tenido problemas para asumirlo y aceptarlo, porque al fin y al cabo los raros eran los demás.
Pero ahora las cosas son diferentes, ahora es consciente de que ha llegado el momento de destacar. Mira para su alrededor y ve que todos son únicos y especiales en este o aquel sentido.
Mire a donde mire las irregularidades de la gente provocan situaciones de ensueño, pero ella cada día se siente mas predecible.
A demás, está el hecho de que no solo ella percibe su ''normalidad'', los demás también, y ser la cobaya de experimentos de personas que - desde su punto de vista - podrían estar haciendo cosas de lo más inusuales la destroza.
Ha aborrecido tanto las costumbres que empieza a odiarse, a odiar su rutina, y a odiar a contadas personas que comparten con ella su naturaleza.
Claudia se siente satisfecha con sus actos, con su manera de ver las cosas y de actúar, pero sabe que falta algo, que falta la guinda del pastel.
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Lillian

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Una canción para Lillian: Lonely in Gorgeous de Tommy February , adicta a los mangas y a los animes Paradise Kiss no se le podía escapar, y menos cuando olló su opening.
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Lillian

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Lillian me gusta porque vive constantemente en un estado de ingravidez absoluta. No es que sea tonta, aunque a veces si eres malpensado llegues a creerlo, sino que sin darse cuenta deja aflorar a los poros de su piel todo lo que lleva dentro.
Y dentro siempre lleva lo mismo. Una cara.
No la suya, para nada, la imagen de una cara que anula por completo su capacidad de concentración. Anexos a esa imagen permanecen recuerdos de momentos, olores, palabras, risas, caminos. Todos ellos concluyentes, nuevamente, en la imagen de la misma cara.
Y es que Lillian vive enamorada. Constantemente.
Se podría atribuír este hecho a su edad, pero se ha dado cuenta de que podría tener 30 años y un encontronazo con esa persona seguiría haciendo surgir la misma expresión en su cara.
A ella le gustaría que el estado de sopor en el que entra al oír hablar sobre o verse de frente a esa persona no durara tanto, pero siempre se da cuenta de eso cuando ya lo hecha de menos, porque mientras está inmersa en su felicidad, que puede durar días con un simple saludo en medio de una calle, no hay nada que pueda perturbarla y hacerla volver a la realidad.
Entiendo a Lillian, y espero con ganas que algún día pueda tener al alcance a esa persona.
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Paola

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Un video para Paola: Validation ( I y II ). Recibido en cierta red social por un usuario desconocido, supo que nada se acercaría tanto a su realidad. En cada detalle se siente ser Hugh Newman, incluido el sentimiento de desolación cuando no consigue sacar una sonrisa a otra persona.
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Paola

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Un atisbo de esperanza se refleja en esos ojos que instintivamente, buscan a Paola con entusiasmo.
-¿Paola, haces algo mañana por la tarde?
Y ese es el momento en el que Paola se deshace de alegría, e intuye que mañana por la tarde tendrá una tarde maravillosa.
Porque sí, porque Paola con algo que hacer se convierte en la felicidad personificada. Paola es como la música, libre. Y esa frescura, ese desparpajo del que contagia a los demás es lo que hace que cada tarde, Paola tenga algo que hacer con alguien, da igual el qué, o con quién, porque el simple hecho de saber que va a andar, a reír, a abrazar, hacen que su enorme corazón lata más deprisa.
Ella es capaz de dar todo, sin recibir nada a cambio, porque se alimenta del brillo de las miradas de otras personas, y ese es el motivo de que una sonrisa, simple, despreocupada y verdadera, consiga que Paola sepa que es la persona más afortunada del mundo.
Hoy me siento como Paola.
Y tengo ganas de poder, como hace ella, fundirme con las baldosas de una tienda de discos, o con los tres peldaños que unen la calle con esa heladería, o con el acompasado respirar de la persona que te acompaña.
Ojalá que Paola no cambie nunca, nunca. Y que esa magia que la rodea, que esa sonrisa de niña, se contagie a todo el mundo.
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